jueves, 28 de septiembre de 2017

ESPAÑA Y CATALUÑA: LA OPORTUNIDAD PERDIDA

Cuando preparas una olla exprés, la cierras y la pones a tope, es necesario una pequeña salida para el vapor y otros gases del interior, sino esta estalla. Así es como explico muchas veces la necesidad de soltar la ira, el malestar interior, de verbalizar lo que te pasa como un proceso terapéutico.

Estos días el gobierno de España está quitando el tapón de la olla exprés en Cataluña y esto tendrá graves consecuencias en un futuro. Posiblemente el referéndum, que todos los expertos niegan que se vaya a hacer, hubiera servido para solucionar el conflicto catalán, para dialogar y discutir y para reconciliarnos, o no. A veces, los conflictos requieren medidas drásticas, como separarse.

Yo no quiero una Cataluña independiente, quiero una España en la que todas sus personas, y, por lo tanto, sus pueblos sean solidarias entre ellas. Sin racismo, sin clasismo, sin odio... pero ni el planteamiento catalán ni el del gobierno central parece que lo quieran.

Un conflicto se puede solucionar de muchas maneras, pero, en definitiva: hay una vía violenta (la que están utilizando ambos gobiernos) y una dialogada (que pocos ofrecen). La violenta va a fracasar en ambos planos, ni va a haber independencia ni se va a generar más unidad, todo lo contrario, en un futuro veremos el 2017 como el año que España y Cataluña se divorciaron, aunque de facto siguieron unos años unidos. La dialogada no se la ve ni se la espera, la posibilidad de dar voz a los españoles y a los catalanes no está sobre la mesa política del conflicto.

Aunque los catalanes fijan el Estatut de 2006 y la sentencia del 2010 como el inicio de este conflicto, esas reformas viene promovidas por ideas y creencias previas, por lo que es un conflicto que se ha ido creando y amplificando durante años, décadas y posiblemente siglos. (Es una forma de no alargar este artículo en cuestiones muy ampliamente discutidas). Lo que está claro es que hay un sentimiento de agravio por parte de los catalanes… y ¿por parte del resto de España?, nadie está hablando de esto.

Cuando alguien quiere que un ser querido se quede a su lado y vivan juntos, se ayuden en los problemas, rían juntos en las alegrías, construyan un hogar juntos, etc. lo primero que hacen es generar lazos de amistad y fraternidad, aceptar los fallos y respetar la cultura del otro porque si le amordazas, le atas con violencia o le humillas, podrá quedarse, pero por miedo, pero ese miedo un día se acabará marchando.
Cuando he visto los vídeos de ciudadanos aplaudiendo a la Guardia Civil que salen de Huelva, Córdoba, Santander, Murcia o Toledo camino a Cataluña con vítores de “a por ellos” y banderas monárquicas, como si fuesen a una guerra, a defender su patria y su integridad contra un enemigo externo, en ese momento, te das cuenta que el divorcio entre Cataluña y España es anterior al 2017, al 2010 y al 2006. Es un divorcio más antiguo e interiorizado de lo que creemos.

No voy a hablar de cuando he estado en Cataluña, sino de cuándo hablas de alguien sobre Cataluña en Madrid, Ávila, Galicia o Andalucía y no se habla con amor, sino con cierta ira o cansancio. ¿No es cierto? ¿no has vivido nada así? pues me equivoco, seré el único que lo vive.

En los últimos años, en los años que tengo razonamiento político, no he visto crear puentes entre Cataluña y el resto de España, los medios de comunicación no hacen un discurso pro unidad sino más bien anticatalán, no hay una discusión de las ideas que generan el conflicto, no hay un proyecto de unidad y fraternidad, de solidaridad económica, no hay respeto del uno sobre otro en su cultura, en su esencia, y sobre todo, no se intenta zanjar el conflicto con diálogo.

El referéndum no hubiera sido la solución final al problema, pero lo es más que las detenciones, la intervención del estado autonómico catalán, el despliegue policial, etc. El gobierno de Rajoy ha perdido la batalla al pedir buscar y requisar urnas como si fueran bombas, ¡una democracia mandando a su policía requisar urnas y papeletas!, no solo es un bochorno internacional sino interno, nos está diciendo el gobierno a toda la nación que los referéndums no son constitucionales. Las reformas de nuestra carta magna solo se pueden hacer en verano y por mandato de los mercados. Olvidaros de la República, de ampliar los derechos, de revisarlos, etc. En la España de Rajoy y sus acólitos esto no es posible, los referéndums son terrorismo y así son tratados.

Si alguien está creando toda una generación de antiespañoles es Mariano Rajoy y su entorno político, que no han entendido que han perdido la posibilidad de crear herramientas legales como en Canadá que proteja ambas partes, un referéndum pactado y una campaña sin cuartel contra el independentismo que hubiera acabado con este debate una temporada, o no. Aunque vuelve, los conflictos vuelven, pero igual entonces España está preparada para divorciarse, y puede que, de forma amigable, como compañeros autónomos pero unidos y hasta como aliados.

Ahora lo que tengo claro es que miles de catalanes no van a olvidar a la Guardia Civil tomando sus calles, sus urnas, sus proyectos de futuro, pisando su policía, sus instituciones, deteniendo a su gobierno y amenazando a sus políticos y asociaciones. Ahora dicen que España es una dictadura, pero en el futuro será una verdad grabada a fuego en la cultura y pensamientos de la gente de Cataluña. Entonces, el referéndum ya no servirá como herramienta de diálogo porque de facto, Cataluña se habrá independizado.

Cada vez tengo más claro que dentro de 10 años (como mucho) un presidente de izquierdas, igual hasta militante de IU-PCE (por soñar), será el encargado de afrontar el divorcio, cuando ambas regiones estén preparadas y lo suficientemente separadas en lo social y cultural, sin posibilidad de diálogo, sin vuelta atrás, con décadas de odio por delante y con la olla exprés estallada y reventada.
Entonces veremos una frontera paralela al Mediterráneo y dos pueblos que jamás se volverán a mirar en años.


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