DE LA UNIDAD CANINA A LAS PISCINAS MUNICIPALES, UNA HISTORIA DE DERROCHE Y CAPRICHISMO

Desde que llegó al poder el PP al frente de Daniel Pérez, tras una moción de censura, que curiosamente ahora les parece antidemocrática, Galapagar ha sido revestida de seda para ocultar que todo sigue igual y nada ha cambiado.

Durante estos últimos 6 años han gastado más que nunca en publicidad y prensa, cerca de 33.000€ anuales para vendernos una falsa sensación de modernidad y seriedad cuando en realidad prima el derroche.

El último caso es la Unidad Canina. En Junio de 2012 se publicita en todos los medios que se creaba una unidad canina para la lucha contra el tráfico de drogas, para ello se compraba dos perros y se formaba a dos agentes. El gasto son 30.000€ y se aumenta un 77% las incautaciones, el esfuerzo vale la pena. Pero el equipo de gobierno que ya cuenta con su nuevo “juguete” y le ha exprimido toda la publicidad que podían sacarle, lo abandona y empieza a desatender a esta unidad. Cuando los policías al cargo toman vacaciones o están de baja, los perros comienzan a vivir en condiciones insalubres y de maltrato. Los propios veterinarios comprueban que van llenos de heces y orina, y por lo tanto lleno de infecciones.

Durante semanas no son sacados, ni entrenados, comienzan a vivir con estrés, se vuelven agresivos (cualidad que no pueden tener al tratar con seres humanos) y pierden su habilidad para detectar estupefacientes.

A uno de los perros le sale una displasia de cadera, enfermedad degenerativa y aún así se le obliga a mantener 8 horas de rondas a pie.

Estos hechos son informados a todos los concejales, incluido yo, que lo traslado al pleno sin interés por parte del PP y es denunciado por los agentes, verdaderos defensores del interés común, los animales y los recursos públicos.

Pedí acceder a las perreras pero no me lo permitieron hasta un mes y medio después, cuando todo esas condiciones de maltrato ya estaban tapadas.
El 20 de Agosto de este año se regalaron al ejército sin coste ni ingreso alguno. Cerrando otro capítulo más del derroche del PP.

A esto hay que sumarle el Nuevo Ayuntamiento, denunciado por mi grupo político, que aparte de ser innecesario y caprichoso, el proyecto fue una cutrez “Made in PP”. Además de tirar un edificio en perfecto estado, casi del mismo tamaño del que iban a construir y con premios arquitectónicos, la empresa y el PP desconocían que debajo de Galapagar hay roca granítica y hubo unos sobrecostes de 310.000€ por dicho motivo.

Una vez finalizado, el edificio que iba albergar todas las dependencias municipales y que iba a acabar con el mayor problema del pueblo, que no era otro, que el vecino/a tuviera que cruzar la plaza del centro a un lateral para hacer sus gestiones, se ha demostrado que ni siquiera cumple este objetivo. La oposición y varios departamentos no tienen cabida en el Nuevo Ayuntamiento, para ello el Alcalde está pensando en derrochar un poquito más y alquilar un edificio para la oposición, lo mismo que hizo Gallardón: hacerse un palacete para él mientras alquilaba y tiraba por el sumidero el dinero del vecino/a, menos mal que Ahora Madrid con la participación de IU ha subsanado este capricho.

Otro ejemplo son las piscinas municipales. Hace 6 años con la llegada del PP a la Alcaldía las cerraron porque estaban rotas, entonces arreglarlas costaba 100.000€ pero preferían gastar 400.000€ en hacer unas nuevas debajo de las líneas de Alta Tensión que para colmo han quedado paralizadas este verano. Siendo otro ejemplo de derroche del dinero de todos y todas.

La política marketing que realiza Daniel Pérez está encaminada a ocultar sus desastres bajo una capa de amabilidad y alegría falsa, viste de seda una forma de gobernar basada en el derroche, que por desgracia es muy típica en este pueblo y que su máximo exponente fue el PP de 2007 cuando dejó en “herencia” 40 millones de euros de deuda.

Durante los próximos 4 años, querido vecino y vecina, vamos a intentar romper la brecha comunicativa para que conozcas los desmanes de un gobierno que tiene una doble cara, el de la sonrisa fotográfica mientras gobierna caprichosamente por falta de programa y humildad.